domingo, 6 de junio de 2010

LA PEQUEÑA PRINCESITA 6

La pequeña princesita
PARTE SEIS

La historia de Alexander era triste. Había muchas partes que no había comprendido. No podía entender como un joven como Alexander había cometido tantos crímenes, y tampoco era fácil asimilar que estaba frente a un Rey, un Rey castigado por ambición, un Rey que lo había perdido todo a tan corta edad.
Y también me daba cuenta que Zoila no era lo que pensaba, tuvo sus razones para castigar a Alexander, pero al hacerlo también se castigo a ella misma. ¿Por qué después de tanto tiempo Zoila me eligió a mi para encontrar su reloj? Se que yo no lo quiero, y que solo lo necesito para regresarlo a las manos de su dueña. Y esto me da el poder de encontrarlo.

¿Por qué alguien querría vivir toda la eternidad? Solo con conocer a Zoila te das cuenta que carga con una gran tristeza, que esta sola. La ambición de el hombre es imparable, mientras más tienen, más quieren, nunca nunca nunca es suficiente. ¿Acaso en unos años yo me voy a convertir en ese tipo de persona?, ¿Al crecer, mis ambiciones crecerán y me convertiré en esto?
Puedo entender el dolor que sintió Alexander al perder a su padre, ya que yo nunca conocí a los míos, siempre he sido yo, y nadie más. Pero es muy diferente no conocerlos a ya conocerlos y perderlos, supongo que eso duele más. No puedes llorar algo que nunca tuviste. ¿O si?

Mi nombre. Se que tengo un nombre, por eso me duele haberlo perdido.

Mientras estaba perdida en todos estos pensamientos Alexander me miraba con intensidad esperando una respuesta.

-“Lo siento mucho” por fin dije, “Siento que hayas perdido a tu padre y a tu Reino, y que Zoila te haya castigado.”

-“Gracias” contesto Alexander con un suspiro “Llevo esperando mucho tiempo para que alguien me dijera algo así, he pasado mucho tiempo sin ver la mínima compasión”

- “¿Dónde comienzo a buscar el reloj?” pregunte mirando a todos lados “este lugar es enorme, no tengo la menor idea donde empezar”.

-“Si Zoila tiene razón y tu eres la persona correcta, entonces tu debes de saber donde esta”

-“Creo que no entiendo” dije con exasperación. “¿Como voy a saber donde esta?”. Si ya lo supiera entonces no estaría aquí preguntándole a Alexander, lo tendría ya en mis manos.
Alexander sintió mi frustración, “¿Donde crees que pueda estar el reloj?” me pregunto calmado.

Todavía confundida volví a observar ahora con más detenimiento el lugar. Entre los estantes y los libros había otras cosas; mapas, telas, armas entre otras cosas, pero lo que más llamo mi atención en este momento fueron las estatuas.
Estatuas no muy grandes de piedra, estas no las había visto ya que los libros las opacaban y se encontraban metros arriba de el piso, eran de hombres y mujeres con grandes ropajes y joyas, las caras de las estatuas eran serias, excepto una. Una estatua de un hombre era diferente a las otras, y era la que más lejos se encontraba, me costaba trabajo verla con claridad pero sabía que había algo diferente en ella.
¿Cómo voy a llegar tan arriba? me pregunte.

-“Alexander, no hay escaleras en este lugar? Algo para alcanzar los estantes de arriba.” dije.

-“Solo hay una, pero ahorita se encuentra hasta arriba” me contesto Alexander.

-“¿Hasta arriba? ¿Qué tan arriba? pregunte dudosa.

-“ Muchos, muchos metros arriba. Como puedes ver parece que no hay fin para los estantes, pero lo hay, muy lejos, pero lo hay. Yo uso la escalera para moverme entre ellos”

-“¿Pero como es que llegó hasta arriba la escalera y tú estas aquí abajo?”.

-“ Ah claro. Tienes que ver esto” Inmediatamente después de decir esas palabras Alexander junto sus labios y chiflo fuertemente. Un sonido se escucho a lo lejos y después de unos segundos vi como algo se acercaba a toda velocidad desde los estantes superiores. La escalera. La escalera obedecía a Alexander. En unos instantes estaba frente a mi una escalera de madera no muy grande pero hermosa y perfectamente tallada.

-“Solo sube a ella y dile a donde quieres ir” Alexander me explico.

Tomé con firmeza los mangos de la escalera y pronuncié mi orden. “Hacía esa estatua” y señale la estatua que había llamado mi atención. La escalera se movió con gran velocidad y un pequeño grito escapo mi cuerpo , me agarre con más fuerza de la extraña escalera para no caer.

La escalera se detuvo, estaba frente a un hermoso hombre con una gran sonrisa en su cara. La estatua aunque fuera de piedra dura estaba perfectamente esculpida, por un momento llegue a pensar que tenía vida propia, pero la estatua no se movía. Levante mi mano y la acerque a su cara, esa sonrisa, tenía que tocarla. Así que lo hice. Puse mis dedos en la sonrisa de el hombre y al hacerlo la estatua se movió.

La sorpresa casi me tira de la escalera, antes de que pudiera gritar la estatua me miró y levanto sus manos hacía mi. En su mano derecha se encontraba una gran espada de piedra, por un momento pensé que me iba a atacar con ella, pero la estatua simplemente la movió frente a mi ofreciéndola, y entonces noté lo que se encontraba en el mango. Un pequeño reloj dorado.

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